Por Gabriel Escalante Fat*
“No podría decir si el nudista era hombre o mujer,
porque se tapaba la cara con una bolsa”.
Yogui Berra.
El sábado 25 de mayo se realizó en la zona metropolitana de Guadalajara, un experimento social sin precedentes en esta ciudad (cabe aclarar que la misma actividad se llevó a cabo una semana antes en la Ciudad de México). Consistió en tomar durante un lapso de cuatro horas –de 8 AM a 12 del medio día-, una sección de un parque público –en este caso el Parque Metropolitano, en Zapopan– y destinarlo a la práctica del nudismo.
Esto es algo muy común en playas y parques de prácticamente toda Europa, desde luego en épocas en que el clima lo permite. Sin embargo, tomando en cuenta los tabúes que en nuestra cultura latinoamericana –no así en las civilizaciones prehispánicas- hay acerca del cuerpo humano desnudo, la propuesta resultó todo un reto y los resultados eran impredecibles.
Los organizadores principales fueron Andrea Rentería y Héctor Martínez, jóvenes tapatíos treintañeros que hace unos años fundaron un grupo llamado NNG (Nudismo-Naturismo de Guadalajara), tendiente a organizar eventos privados (albercadas, tardes de SPA y estancias de fin de semana en pequeños hoteles y campings) alrededor del nudismo, con cierto éxito.
Conocí a esta pareja en 2019, ya que yo hago nudismo desde hace 24 años, pero siempre en playas y hoteles –muy escasos en México- destinados o “amigables” con esta práctica. Así que la modalidad que ellos proponían, cerca de casa, me llamó la atención.
Tanto en 2022 como en 2023, Andrea y Héctor elevaron la apuesta y organizaron sendas marchas tanto en CDMX como en la Perla Tapatía, en las que contingentes de personas desnudas o semidesnudas desfilaron por avenidas principales de ambas ciudades, en un ambiente festivo y con pancartas alusivas, en las que se invitaba a la población a “normalizar el desnudo”.
Sin embargo, después de algunas reflexiones, se llegó a la conclusión de que marchar sin ropa podría tal vez visibilizar el nudismo, pero no normalizarlo. Porque estaremos de acuerdo en que marchar por las calles se hace normalmente por motivos políticos, religiosos o de protesta; y en el caso del nudismo, ninguno de esos motivos es afín a su práctica. Así que decidieron volver al objetivo fundamental: normalizar el desnudo. Y para ello, qué mejor que una jornada con actividades recreativas y de esparcimiento en el mejor parque de la capital jalisciense.
Me platica Héctor –licenciado en Ciencias Políticas por la UDG– que la organización de las marchas requirió gran esfuerzo logístico, pero que las autoridades siempre estuvieron dispuestas a cooperar y nunca respondieron de manera negativa a las solicitudes para realizarlas. Esto, desde luego, porque el derecho a la manifestación pacífica es un derecho humano universalmente aceptado, consagrado en México en los artículos 6° y 7° constitucionales y ninguna autoridad se quiere meter en contra de la Constitución. El cierre de circulación en las calles y la protección policíaca a los manifestantes fueron proporcionados sin pretexto alguno.
Sin embargo, para esta jornada, la reacción de los gobiernos municipal y estatal, así como del organismo de administración del parque, fueron muy distintas. El Ayuntamiento de Zapopan simplemente contestó con un ambiguo “enterado”, después de muchos días. La Secretaría de Seguridad estatal, informó que estaría al pendiente con algunos elementos (aunque se comunicaron por teléfono, nunca llegaron). La Administración del Parque Metropolitano respondió con una negativa rotunda, sin aducir razones, ya que en su reglamento no se encuentra una cláusula en la cual basar tal negativa.
Muy diferente fue la actitud de la Coordinación de Protección Civil y Bomberos de Zapopan, que fue cooperativa y se hizo presente con dos elementos, desde el primer minuto del evento.
El nudismo, surgido en la era contemporánea en Alemania, alrededor del año 1900, no tiene nada que ver con el erotismo o la obscenidad. Por el contrario, promueve el contacto directo del ser humano con los elementos de la naturaleza, la aceptación del cuerpo propio y de los cuerpos ajenos tal cual son y, en consecuencia, la elevación de la autoestima. En un entorno nudista, la comunicación tiende a ser más fácil, más directa y las relaciones de amistad que allí se establecen suelen ser profundas y duraderas.
Algunos participantes empezamos a llegar poco antes de la hora de la cita (en mi caso, como voluntario, estuve a cargo de un par de actividades), y para las 8:20 se dio inicio oficial a lo que se llamó “Día al desnudo”.
Sin que hubiera una agenda oficial –parte de la libertad que te da el nudismo- la jornada comenzó con una clase de yoga, en la que participaron unas 50 personas, por lo menos. Mientras tanto, la gente se iba sumando poco a poco; algunos se quedaban un poco atrás, bajo la sombra de un árbol, otros se iban presentando con el resto y unos más, atraídos por la peculiar escena, se acercaron a preguntar de qué iba esto y –felizmente- no fueron pocos los que decidieron sumarse y despojarse por unas horas de sus ropas y sus inhibiciones.
Hubo también una sesión de meditación, varios partidos en una cancha de voleibol que al efecto implementamos, así como un torneo bastante informal de “cornhole”, un juego muy gringo que consiste en intentar meter costalitos rellenos de maíz en el orificio de una tabla inclinada de madera.
Algunos medios de prensa digital que fueron convocados, aprovecharon para entrevistar a los organizadores, mientras que los más preparados desplegaron manteles y se dispusieron a almorzar entre la naturaleza.
Se calcula que la asistencia fue de entre 150 y 200 personas (contar gente no era uno de los propósitos) y, por lo que se escuchaba en el ambiente, prácticamente todos quedamos muy satisfechos con esta iniciativa pionera en esta región del país.
Ahora el objetivo de Andrea y Héctor es conseguir a corto o mediano plazo, un espacio “oficial” en el que al menos un día a la semana, se destine al nudismo. No será fácil, pero ninguno de los planes que estos jóvenes se propusieron hace nueve años, parecía siquiera posible.
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UN ANIMAL SALVAJE
Jöel Dicker es un joven escritor suizo, apenas a punto de cumplir 39 años. Su segunda Novela, “La verdad sobre el caso Harry Quebert”, publicada en 2013, lo catapultó súbitamente a la fama, gracias a su narrativa vertiginosa que provoca que el lector difícilmente suelte el libro.
Tras veinte millones de ejemplares vendidos con esa y otras cinco obras, lanza este año su séptimo libro: “Un animal salvaje”, un thriller acerca del atraco a una joyería en la ciudad de Génova. Con giros inesperados y una cuenta atrás en el tiempo, esta novela resulta tan atrapante como la mejor serie de Netflix, a lo largo de sus 360 páginas que consumí en alrededor de 48 horas.
Lo que yo pueda decir de esta novela ya lo han expresado mejor, críticos literarios de todo el mundo. Adictiva, trepidante y sobrecogedora son sólo tres adjetivos que no alcanzan a describir plenamente el libro. ¡Una buena inversión, sin lugar a dudas!
Guadalajara, Jalisco, mayo 29, 2024.
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